© Augusto Brázio |
"Se llama Catarina Portas, es lisboeta y es la creadora del concepto ‘A vida portuguesa‘, un conjunto de iniciativas que reúne desde tiendas a objetos, desde pequeñas empresas familiares a acciones como la recuperación de aquellos característicos quioscos que hace unos años inundaban calles y parques ene la capital lisboeta y que de no ser por su empeño en traer al presente los objetos del pasado para darles proyección de futuro habrían desaparecido.
Catarina es periodista de formación, por eso no llaman la atención ni su capacidad de síntesis ni su precisión a la hora de elegir el vocabulario con el que responde a nuestras preguntas. Nos recibe en la sede de su último gran proyecto, la tienda ‘A vida portuguesa’ de la plaza del Intendente. Pequeña, armoniosa, dulce y con unos ojos inteligentes llenos de energía que no paran de escudriñar y vigilar todo lo que ocurre a su alrededor.
De su infancia nos cuenta que fue muy extranjerizante, pero que aún así volcó una mirada primigenia a Portugal y descubrió lo que en literatura se llama ‘lo real maravilloso del siglo XX’ en forma de productos portugueses, y de ahí creó ‘A vida portuguesa‘.
La primera de las tiendas con ese nombre se encuentra en Lisboa, en el Chiado, en un antiguo almacén-tienda que dejó prácticamente sin tocar, tal y como lo encontró. La segunda está en Oporto, en la zona de moda, y también es un antiguo almacén. La tercera es la de la plaza del Intendente, en Lisboa, y es un proyecto tan especial que en 2013 ganó el premio a la mejor tienda de Portugal. Y esta merece un punto y aparte.
Abrir una tienda de 500 m cuadrados en el antiguo almacén de la fábrica de cerámica Viuva Lamego, construida en esa plaza en 1849 y fuera del circuito turístico, suponía todo un reto. El alcalde, Antonio Costa, tuvo la valentía de llevar unos años antes su despacho a esa plaza, un lugar con un nivel de degradación difícil de describir. Sin embargo, el tiempo ha demostrado que ni el alcalde ni Catarina se equivocaban en su apuesta, que además, ha generado un efecto Guggenheim, lento pero decidido: al lado hay una tienda-taller de alquiler de bicis que representa a las Bromptom en Portugal; han abierto un restaurante con terraza que atrae a gente de lo más variopinta; el portal siguiente va a ser un centro de actividades, clases, talleres y tienda de productos alimenticios de 30 ayuntamientos del interior del país; el antiguo hospital en desuso del Desterro, se convertirá en un centro de cultura, arte y creación. Un barrio recuperado y vivo.
Eso por fuera, que por dentro, ‘A vida portuguesa’ es un templo de armonía. Armonía creada en torno a decisiones brillantes, como la de dejar a la vista los azulejos desparejados, la de recuperar miles de productos, desde los jabones de Ach Brito, Confiança (según Oprah Wifrey los mejores del mundo); las cerámicas naturalistas de Bordallo Pinheiro; una selección de Vista Alegre, ropa, juguetes de madera y de metal, libros, a cual más apetecible; mermeladas, conservas, licores, joyas, cuadernos Emilio Braga, los preferidos de Paul Auster; los lápices Viaco de madera, y hasta bañeras.
En la conversación sobre sus proyectos frases como ‘la manufactura es la riqueza de hoy en día’. ‘Tener a gente que sabe de oficios junto con la tecnología es el futuro, y hablo de un futuro mucho más agradable y armonioso que el de las ciudades en las que cada calle parece el pasillo de un aeropuerto’. ‘No necesito locales que sean un cubo blanco con fluorescentes empotrados’. ‘La tienda de guantes más antigua de Lisboa sale en todos los libros y la multinacional de ropa que se encuentra enfrente en ninguno’.
Catarina tiene más ideas, más proyectos, eso a pesar de que hubo un momento en el que dijo que no quería crecer mucho, ya que no quería que su vida se convirtiera en un infierno; pero debe de haber encontrado alguna fuerza complementaria sobrenatural que la ha hecho cambiar de parecer. Y aquí sigue, luchando por que la memoria de la vida portuguesa siga viva."
Entrevista de Maribel Vives
para El Hedonista